martes, 23 de febrero de 2010

Oscura era la noche


Cuando lo hayas encontrado, anótalo.

Charles Dickens (1812- 1870)


Nunca lo hago, nunca llevo una libreta para apuntar las tontas ideas que se me ocurren para el blog. Y mira que me compré una bonita Moleskine en color rojo, pura pose, sí señor.

El guateque no ha empezado bien su andadura, no ha habido bailes en una semana desde su creación. Los exámenes, pensaba yo. Los exámenes me impiden concentrarme en las chorraditas banales que quiero plasmar aquí, alimentar con ellos el ya atestado de divagaciones faltas de talento mundo de los blogs.

Así que aquí estoy, en el tercer párrafo y sin haber dicho nada; apúntate esa, Borges.

Las noches son largas en invierno. No, es mentira. Ni el insomnio las hace largas, siempre que haya algo de picar al ritmo de Vainica Doble. Esta noche, por ejemplo, embebido estaba yo en mis labores de guay en diversas redes sociales cuando de repente, como la Esteban saltando de su silla en el Sálvame, un pop-up de un sitio web de objetos de segunda mano ha llenado mi pantalla. Mi débil espíritu, alentado por el considerable tedio que produce no hacer nada en absoluto, ha obligado a mi flechita a hacer clic en él. La página en cuestión cumplía lo que prometía; allí había, a precios a los que no sumo el shipping, un buen surtido de objetos de decoración viejos, vergonzosamente bellos, como un radiocassette de Los Pitufos, una lámpara con forma de bailarina tiki de rollo hawaiano que movía el culo, o un portarrollos para el váter en forma de cocodrilos-corazón. Durante un momento he pensado en comprar alguna de esas majaderías, porque los precios eran bastante bajos, pero el frenesí ha durado poco, ya que he visto que el precio del envío era considerablemente más alto que el propio producto, inconveniente de navegar por páginas de allende los mares. Así que he tratado de encontrar consuelo pensando en un hipotético viaje en un futuro próximo a los Estados Juntitos, de donde me traeré una maleta llena de trastos grotescamente hermosos.

He pasado un total de dos horas mirando cosas que no iba a comprar, me he comido dos sándwiches, no he dormido y mañana me perderé la mitad de las clases, pero he rellenado el hueco. Y aquí me encuentro ahora, en el quinto párrafo y habiendo dicho poca cosa. Yo lo considero una virtud, llegados a este punto. Felicidades, Dan Brown.

Esta noche el guateque huele a salami, no paréis de mover esas lorzas, gordas mías. Y no olvidéis volver en noches como esta.

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