miércoles, 2 de febrero de 2011

Qué huevazos tengo, colegas. ¿Pues no voy y cito a Dickens? Nunca he leído a Dickens. Hace ya un año que escribí aquel último post, y no he vuelto a soltar ni una palabrita aquí desde entonces. ¿Con qué periodicidad estoy dispuesto a escribir? Pues no lo sé, pero hay que hablar de estas cosas siempre que se empieza un blog, ¿verdad?

Y como me había propuesto, ya tengo un párrafo introductorio y ahora iré al grano. De lo que quería yo hablar es de lo duro que es sentirse imbécil de repente. Está uno un día enfrente del ordenador echándose unas risas con la que hay montada en twitter y repentinamente se da cuenta de que todos sus conocidos tienen una opinión más o menos bien fundamentada sobre el asunto. Y me refiero a análisises (éste es el plural de análisis, que lo digo yo) sociopolíticos, culturales, morales e incluso estéticos. Yo no los tengo y ya no me apetece escribir más porque sois todos unos chupapollas hijos de Satanás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario